Saturday, June 1, 2013

Escozor ofusco


(Azul Pérez)

Ella contemplaba desde su ventana como los pájaros negros salían de su habitación con la impotencia de su partida. Sólo su lágrima salina rozaba la tez fría blanquecina. El terciopelo color vino que recubría la pared carcomida ondeaba con el aleteo de las aves de luto. Otra lágrima caía y más aves salían, una de ellas la secó con el tacto de su ala. La infanta sólo la miró y le dijo:  Andad, salvaos, decidle a Ginevin que Paul ha partido a Málaga  e introdujo el mensaje. El ave se detuvo fijamente, parpadeó y un instante más tarde ya se había marchado.
Era la hora que Manuela Sanabria llevaría su alma a los cielos. Tomó la navaja, con el miedo en el pulso la introdujo en su piel. Las venas azules escandalosas saltaban huyendo de aquel filoso intruso pero poco a poco fueron cediendo hasta que el corrosivo mar rojo la ahogaba en la calma.
El silbido de su aura despertó a las criaturas nocturnas. El piso negro se elevó, mariposas de luto ahora volaban a su alrededor, unas con otras ciegamente se golpeaban hasta que encontraron la misma salida oportuna. 



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